Actualmente, existe una mayor aceptación social respecto a solicitar atención psicológica. Ir al psicólogo ha dejado de tener una connotación negativa, gracias a la difusión de las enfermedades mentales y al mayor conocimiento del papel de la psicología en la promoción de la salud mental. No obstante, aún es frecuente acudir a pedir asesoramiento o iniciar una intervención, cuando nuestro grado de malestar es muy elevado o cuando ya se ha instaurado una determinada sintomatología que nos impide desenvolvernos con efectividad en nuestra vida cotidiana.
Es importante tener en cuenta que la psicología también se centra en la prevención y que puede ayudarnos en nuestro proceso de crecimiento personal.
No siempre que nos sentimos angustiados, tristes o que mostramos algún signo de malestar emocional somos capaces de identificar la causa, pero otras muchas veces nos hacemos conscientes de que hay aspectos de nuestra vida o de nosotros mismos que nos gustaría modificar o mejorar, aunque no siempre sea fácil entregarse al proceso de cambio.
Utilizamos diferentes mecanismos para justificar nuestra inmovilidad atribuyendo, consciente o inconscientemente, nuestra responsabilidad a factores externos a nosotros, depositando en el futuro el momento de tomar las riendas de nuestra propia vida o, en el peor de los casos, intentamos silenciar nuestras necesidades y dejarlas aparcadas. Generalmente, estas estrategias, no suelen ser efectivas para conseguir nuestro propio bienestar.
¿Cuánto tiempo podemos permanecer anclados? La respuesta es sencilla, el tiempo que nosotros decidamos.
No siempre es fácil dar el primer paso. Cada uno de nosotros es capaz de lograr realizar los cambios necesarios para proveerse bienestar, sólo debemos querer y asumir la propia responsabilidad en el proceso. Es importante partir de esta idea cuando iniciamos una terapia.
El psicólogo nos ayudará a tomar consciencia y nos guiará en el análisis y en la toma de control de nuestros propios pensamientos, sentimientos y de cómo éstos condicionan nuestro comportamiento. Nos ayudará, también, a establecer prioridades, a generar expectativas alcanzables para satisfacer nuestras necesidades, a tomar decisiones e implementarlas de forma efectiva. Para ello pondrá en marcha diferentes estrategias concretas que nos ayudarán a movilizar nuestros propios recursos personales.
Es importante tener presente que para que la intervención tenga éxito, es necesario partir del compromiso con nosotros mismos y ser conscientes de nuestra responsabilidad en el proceso terapéutico, sin olvidar que:
“Cada semilla, sabe cómo llegar a ser árbol” (J. Bucay)